Por el túnel
Por el túnel de la derecha se veía luz. Una luz blanca, como un claro que salía victorioso tras una tormenta. Una luz que representaba la esperanza. Las tres personas corrieron por ese túnel para salir del tormento. No se dijeron nada entre ellos.
A medida que se acercaban iban distinguiendo objetos como cuerdas, cruces de cementerios, antorchas, cadenas, llaves pesadas...Sin duda, habían sido ganados tras largos años de experiencia. Los tres se fijaron en las cruces. Temblorosos, iban a la velocidad que podían. Nader delante, Eder detrás y por último , el hijo de ambos: Nad.
Los padres no se atrevían a coger y llevar a su hijo, pues temían que esa acción los llevara a la perdición. Perderían tiempo.
Tiempo necesario para escapar.
Los tres, se fijaron entonces que la luz blanca se alejaba a la vez que se acercaban a ella.
Puede parecer contradictorio, pero en esos túneles podía pasar cualquier cosa.
Los tres no miraban atrás, pues sabían, que atrás estaba la muerte y mirar para ese lugar era un suicidio.
Había silencio permanente, sólo interrumpido por los jadeos de los tres que ya se encontraban cansados.
Y la salida, la luz blanca se alejaba cada vez más.
De repente , se oyó un grito que taladró y violó el silencio.
Un grito y el ruido de un cuerpo al caer, un cuerpo pesado, demasiado pesado para ser el de un niño de diez años.
Pero...,¿sólo había caído ese cuerpo, o , por el contrario, había caído algo más?
Puede que algo como una losa se hubiera caído encima de él, o simplemente el ruido del cuerpo al caer había aumentado sobrenaturalmente.
Y la salida, la luz blanca , se alejaba cada vez más.
Los dos que quedaban sintieron una repentina humedad y su típico olor.
Ya estaban muy cansados, pero tenían que seguir costase lo que costase. Y se dieron cuenta de que la luz ya no se alejaba.
La salida estaba cerca. Ellos sabían que lo que les perseguía, fuese lo que fuese, no soportaba la luz del sol.
Fue en ese momento cuando se oyó el ruido de un cuerpo al caer. Eder había tropezado con una cruz. Cayó al suelo y no se volvió a levantar.
Nader oyó el ruido de sus gritos, unos gritos agudos y prolongados, pero que poco a poco, iban perdiendo intensidad.
Porque hay más formas de morir que de vivir.
De repente, Nader se dio cuenta de que sólo faltaba él.
Estaba agotado. Sin embargo, tenía que hacer un esfuerzo, un esfuerzo para seguir existiendo. Miró hacia delante y vio horrorizado que la luz se iba alejando cada vez a mayor velocidad. Le salieron pequeños gritos agudos de su boca.
El silencio no se veía alterado. Era tal que Nader percibió unos sonidos que venían de fuera: el ruido de los pájaros , de un arroyo que pasaba cerca de allí , el ruido de las ranas al croar...
Mientras oía eso, Nader quería seguir viviendo. Con lágrimas, vio que la luz ya no se alejaba. Ya estaba cerca de ella. Veinte metros quizá. Quince, diez, cinco...
Tan sólo faltaba un paso por dar, un paso para seguir viviendo y Nader lo dio.
El golpe que se dio lo dejó medio muerto. Había chocado contra la pares del túnel. La luz se extinguió. Todo se había acabado. La salida no estaba.
La esperanza no existía.
Agonizando, Nader notó que algo se abalanzaba sobre él. Entonces lo vio...justo antes de perder la vida.
Este es un viejo relato escrito por Óscar. Gracias por todos los años que pasaste en el club y mucha suerte en el tiempo que te queda en la Universidad (seguro que ya poco).