Extrañas travesías II
Hace unos meses Jon os ofrecía "EXTRAÑAS TRAVESIAS", un relato cargado de misterio del que ahora os regala una nueva entrega. ¡Disfrutad allá donde estéis!
Aprovechamos para mandar un saludo muy cariñoso para todos los chicos y chicas del Club que andan perdidos por Inglaterra, la costa mediterránea, (cuidado con las medusas), y los tranquilos pueblos castellanos, (disfrutad de la bicicleta y de las lecturas a la sombra de un árbol). ¡Besos para todos!
Extrañas travesías (2ª parte)
- Ven, anda, no te separes… a ver si te vas a perder. – Le dijo la mujer.
Se oyó un ruido de llaves y como cedía una puerta, con un largo chirriar.
Parecía que la mujer estaba abriendo una habitación. Al abrir dejó escapar un hilo de luz que atravesó la espesa oscuridad del pasillo.
- Ven, anda, no te separes… a ver si te vas a perder. – Le dijo la mujer.
Se oyó un ruido de llaves y como cedía una puerta, con un largo chirriar.
Parecía que la mujer estaba abriendo una habitación. Al abrir dejó escapar un hilo de luz que atravesó la espesa oscuridad del pasillo.
Entró y dijo:
- Pasa, siéntate
La mujer se alejó deprisa y sin mirar atrás cruzó el pasillo.
Él se sentó en el sofá de lo que parecía el salón de la casa. Estaba decorada con extraños cuadros que parecían brillar y oscurecerse a la vez. Además había esculturas de una perfección y técnica propias de un genio, que luego habían sido pintarrajeadas de forma confusa.
Las paredes eran de colores cambiantes y texturas pastosas, mezcla de grises, blanco, negro y colores suaves.
El sofá era a cuadros y recordaba, por su forma, a los típicos de los años 60 o 70.
Al poco tiempo, la chica volvió con una bandeja llena de comida y dos vasos de corte clásico. La colocó encima de una mesa de madera que no había visto antes. Las patas tenían forma de pezuña.
Ella le ofreció comer y beber de un licor de sabor dulcísimo. Cada vez que miraba la botella parecía cambiar de color. También sacó unos bombones.
Cuando volvió a mirar a la mujer, parecía haber rejuvenecido 20 años, y estaba perfectamente arreglada con un vestido largo y liso de color claro. El pelo era largo y sedoso.
Así parecía realmente bella.
- ¿Seguirás sin decirme tu nombre? – Dijo coqueta
- Me gustaría enseñarte algo, ya verás – Le dijo, cambiando el tono.
El bebió sin saber realmente por qué, pero le resulto especialmente placentero, y la chica bella empezó a sentir que a su alrededor los colores se mezclaban y se convertían en una niebla brillante.
Notaba el aliento de la chica y un calor que le recorría todo el cuerpo.
- ¿Cómo te sientes? ¿Ya sabes dónde estás?
- ¿Qué?... ¿Qué?
Sus palabras se iban apagando como el viento. Poco a poco iba cayendo en una dulce inconsciencia.
- ¿Sabes quién eres?
- Yo soy una sombra del destino, y me llamo…
Todo se nublaba mientras su consciencia se rendía, sin esfuerzo, al placebo del éxtasis.
Jon
Club de lectores juvenil. Julio 2007